El 20 de abril de 1993, México despidió a uno de sus íconos más queridos, Mario Moreno, conocido mundialmente como Cantinflas. Su muerte, a los 81 años, debido a cáncer de pulmón, conmovió a toda una nación que lo veneraba no solo como actor sino como un verdadero reflejo del espíritu mexicano.
Desde su juventud, Moreno se involucró en diversas profesiones antes de encontrar su vocación en el entretenimiento. Comenzó su carrera actuando en carpas y circos, y eventualmente hizo la transición al teatro y el cine, donde su personaje de Cantinflas tomó vida propia. Según Moreno, el personaje fue concebido en Xalapa, Veracruz, y se caracterizaba por el ingenioso uso del lenguaje que resonaba profundamente con el público, así como por la habilidad para encarnar y vocalizar las preocupaciones de los más humildes mediante una crítica social aguda disfrazada de humor.
Desde su debut en 1936 con "No te engañes, corazón", hasta su última película "El barrendero" en 1981, Cantinflas participó en cerca de 50 filmes que lo consagraron como un pilar del Cine de Oro Mexicano. Entre sus obras más destacadas se encuentran "Ahí está el detalle" (1940) y "La vuelta al mundo en ochenta días" (1956), películas que aún resuenan en la cultura popular mexicana.
El día de su muerte, sus seguidores se reunieron masivamente frente a la funeraria Félix Cuevas, esperando poder ver por última vez al comediante que tantas veces los había hecho reír. A pesar de la solicitud de la familia de mantener cerrado el ataúd, los admiradores de Cantinflas se agolparon en la funeraria y en el Teatro Jorge Negrete, donde su cuerpo fue velado.
El ambiente era sombrío pero lleno de respeto y cariño hacia el actor. Personalidades del cine y fans vestidos de barrenderos, en honor a uno de sus personajes más emblemáticos, se dieron cita para rendirle tributo. Inclusive el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y otras figuras políticas expresaron sus condolencias, reconociendo a Cantinflas como un símbolo de alegría y dignidad nacional.
La partida de Cantinflas fue no solo la pérdida de un gran actor sino el fin de una era en el cine mexicano. A lo largo de su carrera, Cantinflas había interpretado con maestría el arte de la sátira y el doble sentido, convirtiéndose en un espejo de las luchas y las injusticias sociales experimentadas por el pueblo mexicano.
Así, su legado sigue vivo, a través de sus películas y en la memoria colectiva de México y del mundo hispano. Cantinflas no solo hizo reír; también hizo pensar y, sobre todo, hizo sentir, recordándonos la poderosa influencia del arte en la sociedad.