Durante su apogeo entre los años 0 y 600 d.C., Teotihuacán destacó tanto por su impresionante arquitectura como por su robusto poder económico, y jugó un papel determinante en el ámbito militar del México de ese entonces. En esa era, la ciudad contaba con una población de entre 150,000 y 220,000 habitantes, posicionándose como una de las metrópolis más grandes del mundo, comparable en tamaño a Constantinopla.
La influencia de esta ciudad-estado mesoamericana se extendía a través de una extensa red comercial que llegaba desde las regiones mayas hasta Monte Albán. Uno de sus principales productos de exportación era la obsidiana, un vidrio volcánico esencial para la fabricación de armas y objetos de lujo, creando una dependencia significativa entre las poblaciones vecinas.
En el ámbito militar, Teotihuacán marcó su presencia de manera notable en las tierras mayas. Las estelas mayas documentan que en el año 378 d.C., un general teotihuacano llamado Siyaj K'ak', también conocido como "Nacido del Fuego", lideró una expedición que culminó con la toma de Tikal. Este acontecimiento reconfiguró la política en la región maya e introdujo nuevos elementos culturales y religiosos, como el culto a la serpiente emplumada y al Dios de las Tormentas.
La influencia de Teotihuacán en Tikal fue tan profunda que derivó en la instalación de un nuevo gobernante, Nariz Curva, hijo del líder militar teotihuacano, quien inició un linaje que incluyó a figuras destacadas como Sihyaj Chan K'awil, más tarde conocido como Cielo Tormentoso. Este liderazgo consolidó aún más la presencia teotihuacana en el territorio maya.
Las tácticas militares de Teotihuacán, incluyendo el empleo de lanzadardos, otorgaban a sus ejércitos una ventaja tecnológica sobre sus rivales, convirtiendo sus campañas militares en algunas de las más eficaces de su tiempo. Estos conflictos no solo se libraban por el control territorial, sino también por recursos esenciales como la obsidiana y el agua, vitales para el sustento de cualquier gran civilización de aquel período.
Aunque el poderío de Teotihuacán eventualmente declinó, su legado como potencia militar y cultural en Mesoamérica sigue siendo motivo de estudio y admiración, cautivando con su capacidad para integrar y dominar extensas áreas y diversas culturas durante su cénit.
