Dejar de fumar no es tan fácil debido a la presencia de la nicotina en el tabaco. La nicotina es una sustancia química altamente adictiva que se encuentra en mayor concentración en las plantas de tabaco.
En pequeñas cantidades funciona como un estimulante, en cantidades mayores puede ser utilizada como un insecticida, sin embargo, durante mucho tiempo, se ignoró que la nicotina fuera una droga adictiva similar a la cocaína o las anfetaminas.
Cuando se inhala, la nicotina llega rápidamente al cerebro a través del sistema respiratorio, convirtiéndose en la forma más eficiente de que una droga llegue al cerebro. Una vez allí, se une a los receptores nicotínicos del sistema nervioso central, activando la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer y la motivación.
El tabaco incrementa significativamente la cantidad de dopamina en el cerebro del fumador, lo que genera un aumento en el número de receptores nicotínicos. Cada vez que una persona inhala el humo del tabaco, aprende que experimentará sensaciones placenteras y de bienestar, sin importar la situación emocional que esté viviendo, ya sea estrés, cansancio o tristeza por ellos no es tan fácil dejar de fumar.
El área del cerebro con mayor concentración de receptores nicotínicos se conoce como el "sistema de recompensa". En esta región, la dopamina nos permite experimentar placer en diversas situaciones, como disfrutar de una comida sabrosa, tener una relación sexual o escuchar música. Con el tiempo, el cerebro de un fumador experimenta cambios en su estructura y función, como un aumento en el número de receptores nicotínicos.
Dejar de fumar no es fácil, pero tampoco es imposible. Requiere voluntad, motivación, cambios en la conducta, apoyo sanitario y, en algunos casos, ayuda farmacológica.
Los beneficios para la salud de dejar de fumar son evidentes casi de inmediato. Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, en cuestión de minutos, el ritmo cardíaco y la presión sanguínea disminuyen, a las 12 horas, los niveles de monóxido de carbono en sangre vuelven a la normalidad; a los tres meses, la función pulmonar mejora, y antes de un año, disminuyen la tos y la dificultad para respirar.
Dejar de fumar requiere esfuerzo, pero los beneficios para la salud son notorios y se pueden lograr mediante voluntad, motivación, cambios conductuales, apoyo profesional y tratamientos farmacológicos.
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