México es un país que se encuentra en una zona de alta actividad sísmica, donde los movimientos tectónicos son una realidad cotidiana. Sin embargo, no todos los temblores tienen la misma intensidad ni causan el mismo impacto. Uno de los eventos más devastadores en la historia fue el terremoto de México de 1985, y es importante comprender por qué fue tan destructivo.
Uno de los factores clave que contribuyeron a la gravedad de este sismo fue la ubicación geográfica de México. El país se encuentra sobre cinco placas tectónicas diferentes, siendo la de Cocos una de las más activas. En septiembre de ese año, esta placa desencadenó dos sismos intraplaca, el primero el 7 de septiembre en Chiapas y Oaxaca, y el segundo el 19 de septiembre en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, con repercusiones en otros estados.
Para comprender la dinámica de estos sismos, es fundamental conocer la magnitud, profundidad y distancia a los centros urbanos. El terremoto de México de 1985 se originó en la subducción de la placa de Cocos debajo de la placa de América del Norte, a unos 15 kilómetros de profundidad y a 400 kilómetros de la Ciudad de México.
Además, la Ciudad de México tiene dos tipos de suelos: firme y lacustre, este último ubicado en los antiguos lechos del Lago de Texcoco. Las ondas sísmicas se amplifican de manera significativa en suelos lacustres, lo que afectó gravemente a edificios de 7 a 14 pisos de altura durante el terremoto de 1985.
En ese evento, se registraron picos de aceleración de hasta 160 Gal en suelo lacustre, mientras que en suelo firme fueron de 30 Gal. La energía liberada fue 32 veces mayor que la del sismo de 2017.
En contraste, el terremoto de 2017 se produjo intraplaca, con una profundidad de 57 kilómetros y su epicentro a solo 120 kilómetros de la Ciudad de México, entre Morelos y Puebla. Aunque su magnitud fue menor, aún causó daños significativos.
Los suelos blandos amplificaron las ondas sísmicas, resultando en picos de aceleración de hasta 188 Gal en suelo lacustre. Los edificios de 1 a 12 pisos sufrieron aceleraciones de 119 Gal en suelo firme y 188 Gal en suelo lacustre.
Es importante destacar que, a pesar de los avances tecnológicos, no se puede predecir con certeza cuándo ocurrirán. El terremoto de México de 1985 fue devastador debido a su ubicación geográfica, la amplificación de ondas en suelos lacustres y la magnitud del evento.