Los mantos acuíferos, vitales para el abastecimiento de agua de los hogares mexicanos, están en crisis. Desde 1975, el número de acuíferos sobreexplotados se ha disparado un 256%, pasando de 32 a 114, según cifras de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Aunque algunos aún contienen agua, esta ya está comprometida por concesiones oficiales que superan la capacidad de recarga natural. El resultado es un déficit que afecta directamente la disponibilidad del recurso para la población.
En México, el 65% del agua superficial se usa para agricultura, mientras que los acuíferos proveen el 60% del abastecimiento público. Esto significa que su agotamiento impacta de forma directa el suministro de agua para la gente.
Actualmente, el 43.8% de los 653 acuíferos del país no tiene capacidad adicional para extraer agua, y un 17.5% ya está sobreexplotado. En lugares como Alfredo V. Bonfil (Baja California Sur) y Las Delicias (Coahuila), los acuíferos están en riesgo crítico, aunque aún mantienen reservas limitadas.
Rubén Gregorio Muñoz, presidente de la Comisión de Recursos Hidráulicos en la Cámara de Diputados, describe la situación como una "metástasis hídrica," con 185 acuíferos en estado crítico. Alertó sobre los peligros de buscar agua a mayores profundidades debido a la posible presencia de contaminantes.
Miguel Salas, del Consejo Consultivo del Agua, propone reducir la extracción y potenciar el uso del agua superficial; sostiene que la tecnificación de los sistemas de riego es esencial para asegurar el suministro durante el próximo siglo.
Muñoz hizo un llamado a estudios más detallados sobre la disponibilidad de aguas subterráneas y nuevas fuentes de abastecimiento, acompañados de mejoras en las plantas de tratamiento. Tales medidas forman parte de una estrategia integral que podría evitar que esta crisis empeore.