En la Ciudad de México, la llegada de migrantes haitianos ha dibujado un nuevo panorama social y cultural. Muchos de estos migrantes, con formación universitaria en áreas como derecho, administración e informática, se ven forzados a trabajar en empleos de bajo salario para evitar vivir en la calle. Esta situación resalta los desafíos de integración y supervivencia que enfrentan en la capital mexicana.
Los migrantes haitianos en la CDMX a menudo trabajan como ayudantes en restaurantes, vidrierías y mercados, ganando sueldos insuficientes para sostenerse. En muchos casos, hasta ocho personas se agrupan para pagar la renta de pequeños departamentos, luchando contra la precariedad y el hacinamiento. Aquellos que no logran encontrar empleo se enfrentan al riesgo de vivir en las calles, dada la escasez de albergues públicos.
En barrios periféricos de CDMX, donde las rentas son más asequibles, se han establecido comunidades de migrantes haitianos. Un ejemplo es Ricardo, de 29 años, quien vive en la colonia Selene de la alcaldía Tláhuac junto con su familia en un departamento. A pesar de tener dos títulos universitarios, Ricardo solo ha podido conseguir trabajo en una marisquería, y toda su familia debe trabajar para cubrir los gastos de vivienda.
El idioma es una barrera significativa para muchos migrantes haitianos. Mientras algunos, como Ricardo, han aprendido español por su cuenta, otros, que solo hablan creole, enfrentan mayores dificultades para integrarse y encontrar empleo. Esta barrera lingüística a menudo conlleva a situaciones de marginalidad y dificultades en la interacción con la población local.
A pesar de los desafíos, muchos migrantes haitianos, como Luco, se han adaptado a la vida en CDMX y están dispuestos a hacerla su hogar. Luco trabaja en una vidriería y considera que "el plan es vivir bien, el lugar no importa".
A medida que la ciudad se expande y cambia, surge la necesidad de políticas más inclusivas y efectivas para integrar a los migrantes en la sociedad y economía local. La historia de los migrantes haitianos en CDMX es un reflejo de su resiliencia y de los desafíos que enfrentan en su búsqueda de una vida mejor.