El fenómeno del nearshoring y la creciente presencia de nómadas digitales en México están ejerciendo una notable influencia en la economía del país, especialmente en el aumento de precios de viviendas, bienes y servicios. Este impacto se debe en gran parte a la afluencia de inversión extranjera y trabajadores a distancia de diferentes países que eligen ciudades mexicanas para vivir y trabajar.
Ramsé Gutiérrez, co-director de Inversiones de Franklin Templeton, señala que esta situación se debe a la inversión extranjera derivada del nearshoring y al atractivo que representan ciudades como Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey para los extranjeros por su carácter cosmopolita y costos relativamente bajos. Estas ciudades están experimentando un aumento en los precios debido a la mayor demanda de vivienda y bienes.
Un estudio de la Secretaría de Economía y el INEGI revela que en seis de las diez entidades mexicanas con mayor concentración de Inversión Extranjera Directa (IED), las ciudades principales registran índices de inflación superiores al promedio nacional. Estas incluyen Guadalajara, Aguascalientes, San Luis Potosí, Ciudad Acuña, Chihuahua y Puebla.
Gabriela Siller, directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base, comenta que tanto el nearshoring como la llegada de extranjeros están ejerciendo presión sobre la inflación, especialmente en el sector de la vivienda. Los nómadas digitales, en particular, están impulsando un mayor consumo, aunque aún no se ha determinado el alcance exacto de su impacto.
El nearshoring está generando empleo en México, pero también presiones inflacionarias en ciertas zonas, particularmente donde las empresas estadounidenses están trasladando operaciones. Las colonias como Roma y Polanco en la Ciudad de México están viendo un incremento en los precios de las propiedades y rentas, lo que está desplazando a residentes locales.
El conflicto comercial entre Estados Unidos y China también está influyendo en la llegada de inversión y personas de Asia a México. Empresas chinas y de otros países asiáticos han trasladado sus operaciones a México para servir al mercado estadounidense, aprovechando el T-MEC. La inversión de China en México se cuadruplicó de 2019 a finales de 2022, pasando de 152 millones de dólares a 611 millones de dólares, según datos de la Secretaría de Economía.