El Año Nuevo Azteca, una efeméride cultural de México, se celebra cada 12 de marzo, marcando un periodo distintivo en contraste con el conocido calendario gregoriano. Este día, simbolizando el inicio de la primavera, refleja la riqueza del legado mexica, una cultura que se distingue por su enfoque en los ciclos solares más que en los lunares.
Este evento anual, según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), se basa en el xiuhpohualli, el calendario solar mexica. La elección de esta fecha se alinea con la entrada de la primavera, un momento propicio para la siembra y el renacimiento de la naturaleza.
En el corazón de la Ciudad de México, el Zócalo se transforma en el epicentro de la celebración. Aquí, danzantes se congregan, levantando las manos hacia los puntos cardinales en una invocación simbólica a las deidades aztecas: Quetzalcóatl, Xipe Tótec, Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, cada una representando un punto cardinal.
El ritual del Año Nuevo Azteca también incluye prácticas de manifestación de deseos y repelencia de energías negativas. Los participantes escriben en papeles de colores sus aspiraciones y rechazos, que luego son depositados en el fuego o colocados estratégicamente, simbolizando diferentes aspectos como sabiduría, transformación, conciencia, voluntad y amor.
La celebración del Año Nuevo Azteca no solo es un acto de recuerdo y respeto hacia las raíces culturales de México, sino también una oportunidad para entender y valorar las tradiciones indígenas que han resistido el paso del tiempo. Este evento en CDMX demuestra cómo las prácticas ancestrales y las creencias de los pueblos originarios siguen siendo relevantes y persisten en el mundo moderno.