En los primeros dos meses de este año el ayuntamiento de Cuernavaca ha tenido que enfrentar dos crisis por el desabasto de agua, en ambas, la corrupción y el mal manejo de las finanzas no han sido los temas abordados por el alcalde José Luis Urióstegui, quien ha preferido lanzarse contra la Comisión Federal de Electricidad, con el objetivo de desviar la narrativa sobre su responsabilidad para depurar el sistema de agua potable.
Esta no es la primera crisis que enfrenta el edil panista y seguramente no será la última, mientras no se decida a reducir la obesa nómina, desterrar los cobros ilegales o mejor dicho corrupción, práctica constante en esa dependencia, no habrá recurso que alcance, por qué siempre habrá funcionarios y hasta trabajadores que ven el presupuesto como un jugoso botín que deben llevar a sus bolsillos.
La corrupción en el sistema de agua potable de Cuernavaca, parece no tener más remedio que intervenirlo y quitarle al ayuntamiento esa facultad de administrar el agua.
Pero eso necesariamente tendría que pasar por el Congreso, quien ha sido un observador indiferente de las crisis por las que atraviesa la ciudad, los diputados parecen más preocupados en asignar recursos para obras que les generen un capital político, que resolver un añejo problema causado por la corrupción de las anteriores administraciones, pero que esta no ha querido o no ha podido ponerle fin, y le resultó más cómodo disfrutar del caos que es hoy el SAPAC.
Es hora de que los diputados hagan su trabajo e intervengan el sistema de agua de Cuernavaca y todos los municipios que enfrentan deudas en este rubro, no hacerlo es poner en peligro la vida de los ciudadanos que viven en estás ciudades.
Por más drástica que sea la medida, es necesario que se tome hoy y no cuando nuevamente el agua deje de llegar a las casas, si la política sirve para algo, es para esto, dar bienestar a los ciudadanos, de otra forma la política no tendría utilidad alguna y los diputados serían tan inútiles como lo es hoy SAPAC.