A medida que han pasado los años, la situación del COVID-19 ha evolucionado a nuestro favor, pero aún existen motivos para mantener la cautela. A pesar de la disminución de casos y muertes, y del levantamiento de restricciones en muchos países, el COVID-19 sigue siendo una enfermedad relevante.
Los expertos advierten sobre un repunte de casos a finales de 2023 y comienzos de 2024, subrayando la importancia de no bajar la guardia. El COVID-19 sigue siendo una enfermedad con posibilidad de complicaciones a largo plazo. Además, la aparición continua de nuevas variantes más transmisibles mantiene al COVID-19 como una amenaza para la salud pública. Esta situación puede provocar brotes localizados y, potencialmente, nuevas restricciones.
Para protegernos del COVID-19 en 2024, es crucial mantener buenos hábitos de higiene, como lavarse las manos frecuentemente y evitar grandes aglomeraciones. El uso de mascarillas sigue siendo una medida efectiva, especialmente si se está infectado, para prevenir la propagación del virus. Además, las vacunas continúan siendo una herramienta vital en la lucha contra la enfermedad, adaptándose a las nuevas variantes del virus.
El desafío actual, más que enfrentar el COVID-19, es el colapso hospitalario debido a la presencia simultánea de múltiples virus, incluyendo la gripe y la gripe A. Por ello, es esencial que las personas continúen practicando medidas preventivas para reducir la propagación de estas enfermedades.
Las aseguradoras pueden desempeñar un papel clave en este escenario, ofreciendo seguros de enfermedad que cubran gastos médicos asociados al COVID-19, seguros de viaje que contemplen interrupciones por enfermedad y seguros de vida que protejan a las familias en caso de fallecimiento a causa del virus.
A medida que nos acercamos al quinto año de convivencia con el COVID-19, es imprescindible seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y mantener una actitud precavida, sin caer en alarmismo, para asegurar nuestro bienestar y el de la comunidad.