El 16 de marzo de 2008, en el entonces llamado Distrito Federal, la Glorieta de Insurgentes fue escenario de una interacción entre dos tribus urbanas que caracterizaban el México de ese momento: los emos y los punks. Lo que inició como una protesta pacífica se transformó en una confrontación motivada por una llamada "diferencia de pensamiento".
Los protagonistas de este evento, los emos, reconocidos por vestimentas predominantemente negras, flequillos que cubrían parte del rostro y una estética que reflejaba "sensibilidad y emotividad", se vieron enfrentados a los punks, distinguidos por una actitud desafiante hacia el sistema, una vestimenta que incluía botas y cadenas y una filosofía de independencia y rebeldía. Cada grupo, con su propia identidad y preferencias musicales, representaba una faceta de la juventud de los inicios del siglo.
La convocatoria para este encuentro, realizada a través de las entonces populares redes sociales como Hi5, MySpace y Messenger, tenía como propósito manifestarse contra la intolerancia que ambos grupos percibían. Sin embargo, el encuentro, más que un intercambio saludable de ideas o resoluciones mutuamente acordadas, se tornó en violencia verbal que solamente pudo ser apaciguada por el pacifismo de un grupo Hare Krishna, una corriente religiosa proveniente del hinduismo.
Los cánticos dirigidos a Krishna disiparon enemistades, y el incidente no pasó a mayores, con un reporte de saldo blanco al finalizar el evento. Años después, el episodio de la Glorieta de Insurgentes se ha convertido en una monografía a la venta en cualquier papelería, en videos virales y documentales, en memes, en nostalgia, en recuerdos de un México que ahora suena tan lejano, pero que en algún momento fue real. Un gran episodio en la historia de un gran país.
