Séneca, destacado filósofo, político y orador romano, murió el 12 de abril del 65 d.C., dejando un complejo legado marcado por la asociación con el emperador Nerón. Nacido alrededor del 4 a.C. en Corduba, ahora conocida como Córdoba, se trasladó a Roma durante su juventud para estudiar retórica y filosofía, influenciado profundamente por el estoicismo.
En el 31 d.C., Séneca comenzó su carrera política en Roma, ganándose rápidamente un lugar como uno de los oradores más respetados del Senado. Sin embargo, su habilidad retórica le trajo la envidia de figuras poderosas, incluyendo al emperador Calígula, quien lo condenó a muerte por celos, aunque logró salvarse gracias a algunas relaciones amistosas con las que contaba.
Tras sobrevivir a una segunda amenaza de muerte y un exilio bajo el emperador Claudio, Séneca regresó a Roma, donde eventualmente se convirtió en tutor y consejero de Nerón. Durante los primeros años de Nerón como emperador, Séneca fue una figura central en el gobierno, promoviendo reformas que aligeraban la presión fiscal y mejoraban el trato a los esclavos.
Sin embargo, a medida que Nerón crecía en poder y paranoia, la influencia de Séneca disminuyó. Finalmente, en el 65 d.C., Séneca fue forzado a suicidarse tras ser implicado en una conjura contra Nerón. Su muerte, resultado de un baño caliente mortal debido a su condición asmática, fue un trágico final para un hombre que había vivido entre las cimas del poder y la filosofía.
Séneca es recordado tanto por sus contribuciones a la filosofía estoica como por su complicada relación con el poder, siendo acusado en vida de no vivir conforme a los ideales que predicaba. A pesar de las críticas, su obra es valorada entre los filósofos de todos los tiempos, pues siempre contrasta su inigualable preocupación por una vida recta y justa, como demanda el estoicismo.
