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(Video) Marco Antonio Alvear se fue, la corrupción se quedó

¿Qué o quién está detrás del asesinato de Marco Antonio Alvear? Esta es la opinión de Pedro Tonantzin al respecto.

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Foto: 24 Morelos

El pasado jueves 21 de marzo, el comisionado presidente del Instituto de Transparencia fue asesinado en pleno centro de Cuernavaca; el video de una cámara de seguridad detalla cómo el comisionado se para y trata de echarse de reversa buscando evadir a una camioneta Mazda de color rojo que lo seguía, al no lograr evadir se detiene en su auto, un Mini Cooper azul, y es asesinado.

A la escena del crimen llegó el fiscal Uriel Carmona Gándara, quien de inmediato concluyó que era un ataque directo y descartó un intento de robo, los limitados recursos intelectuales del fiscal y sus amplios compromisos con la clase política de Morelos seguramente dejarán en la impunidad este caso, al igual que otros 72 cuyas carpetas de investigación yacen en el olvido; su eficiencia para investigar y resolver llega apenas al 2%, una de las más bajas en el país.

Pero decirle al fiscal que es ineficiente por ignorancia es darle un beneficio, tan es así que para aferrarse al cargo ha enfrentado a todo el aparato de Estado, desafiando al Congreso Federal y por lo menos cuatro juicios para no dejar el hueso, toda su familia ahora tiene cargos en el Poder Judicial y en las Notarías Públicas.

Investigar el asesinato de Marco Antonio Alvear sería tocar a la clase política que lo ha protegido y mantenido en el cargo, porque a Marco Antonio lo asesinaron no por ser un defensor de la transparencia, de hecho nunca hizo nada notable en esa institución que indicara que efectivamente cumplía con su encargo.

De lo que sí dejó constancia es que su desinterés ocasionó que prácticamente ninguna autoridad en Morelos cumpla con sus obligaciones de transparencia, lo más grave es que el propio Marco Antonio presentó una denuncia días antes de ser asesinado porque los enfrentamientos internos por el control del Instituto de Transparencia eran tales que habían pasado del insulto a los golpes con el consejero Roberto Yáñez, padre de los Yáñez. Fuentes anónimas incluso advierten que en esas discusiones hubo amenazas de muerte.

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